Javier y Karina Milei debieron convencer a Guillermo Francos de que se quede en la jefatura de gabinete para que la interna con Santiago Caputo no dinamite la relación de la Rosada con el Congreso y los gobernadores.
Desgastado por la gestión, Francos pidió hace tiempo la embajada de Londres y de hecho un diplomático de carrera detalló a LPO que la actual embajadora, Mariana Edith Plaza, «está custodiando la embajada para su llegada».
Pero los Milei debieron dejar el orgullo de lado para ir a pedirle al jefe de gabinete no sólo que se quede en Argentina, sino que encarrile la relación con los gobernadores desde un aparente lugar de empoderamiento.
Más allá de las fotos y el diálogo de protocolo, la relación real con los mandatarios aliados la llevaba Santiago Caputo, que era quien podía torcer una votación adversa en el Congreso a último momento con sus malabarismos. En contraste, Lule y Martín Menem son rechazados por los gobernadores porque, por orden de Karina, les arman listas en contra en las provincias.
La contradicción de este esquema tuvo una exhibición importante cuando, luego de que Lule empujara a Lisandro Almirón a competir contra el aliado Gustavo Valdés pese a la resistencia de Caputo, los senadores correntinos votaron contra el gobierno y se subieron a la paliza que recibió el oficialismo en la última sesión del Senado, el pasado 10 de julio.
Como los Menem no le sirven a Milei para la función que cumplía Caputo con los gobernadores, tuvo que salir a los apurones a contener a Francos.
El operativo de seducción de Francos fue público y se dio en dos pasos. El mismo día en que recibía la paliza en el Senado y desde la Bolsa de Comercio de Córdoba, Milei dijo que hizo reformas en el Congreso con el «15% de diputados, 7 Senadores, una traidora, pero con el mejor jefe de Gabinete en la historia, que es Guillermo Francos».
Como los Menem no le sirven a Milei para la función que cumplía Caputo con los gobernadores, el presidente tuvo que salir a los apurones a contener a Francos.
Luego del caótico cierre de listas que detonó la interna de Karina con Caputo, el propio Milei le filtró a los periodistas que el jefe de gabinete pasaría a integrar el Triángulo de Hierro. Milei hizo saber que él mismo se correría para que la figura geométrica se completara con su hermana y Caputo.
En abril de este año, Milei había dicho que Francos era prácticamente un empleado de Caputo. «Hay un primer control político que hace Guillermo Francos. Una segunda instancia de control político, que es Santiago Caputo. Y el que mete el gancho final soy yo», dijo el presidente.
El propio Francos salió enojado a desmentirlo: «El presidente tiene su asesor Santiago Caputo a quien consultará supongo yo mucho de los temas, pero finalmente el jefe de Gabinete soy yo», dijo Francos. En ese momento ya se volvía a hablar de su posible migración a Londres.
En medio de esta reconfiguración, el gobierno evalúa mandar de embajador ante el Reino Unido a Luis María Kreckler.
El cónsul en San Pablo que se encuentra desarrollando tareas en el Palacio San Martín en carácter de asesor del canciller Gerardo Werthein y se volvió un diplomático muy considerado por Karina.
Tal es la importancia de Kreckler para Werthein que se barajó la posibilidad de ubicarlo como vicecanciller ante la renuncia de Eduardo Bustamante.
En abril, Milei firmó el decreto de Edith ascenso de Plaza como embajadora argentina en el Reino Unido. La diplomática es la arquitecta de lo que en Cancillería se conoce como «la doctrina Plaza» y establece el acercamiento a las autoridades británicas para cooperar en diferentes áreas a cambio del abandono del reclamo por las Islas Malvinas.
Plaza es fuertemente repudiada por los veteranos de Malvinas que la acusan de «cooperar con los usurpadores y dejar de lado la reivindicación de nuestros derechos soberanos sobre nuestras Islas Malvinas usando otros modos ya probados por otros gobiernos y dejando a nuestra patria en situación vergonzosa».
La luz verde de Milei con Plaza fue leído como un giro anti-reclamo de Malvinas que propone la embajadora y quedó manifestado en el discurso del 2 de abril en donde el presidente rompió el reclamo histórico y reconoció la autodeterminación de los «malvinenses».
Esto le valió una denuncia penal por «traición a la patria» de la Confederación Nacional de Combatientes y pedido de juicio político del Centro de Ex Combatientes de La Plata.
Desde entonces, es sede diplomática se volvió un objetivo dentro de la Cancillería. El ex vicecanciller de Diana Mondino, Leopoldo Sahores, intentó volver a la embajada tras su salida del gabinete de la ex canciller pero no logró el apoyo del gobierno.