Las selecciones menores de Ecuador y Argentina terminaron a las trompadas y armaron una batalla campal en un partido amistoso disputado en el estadio Capwell de Guayaquil que la selección local ganó por 1 a 0 con gol de Justin Lerma. Pero el resultado quedó en un segundo plano, después de que los jugadores de ‘La Tri’ terminaron a los golpes y a las corridas contra sus pares argentinos.
La pelea empezó con los empujones “normales” que se ven en una cancha, no obstante, la situación se fue calentando más y más y los jugadores ya empezaron a arrojar piñas y patadas. Y todo colapsó cuando un colaborador del equipo ecuatoriano entró a la cancha a agredir a jugadores y fue seguido por la Policía.
También se vio a otro jugador ecuatoriano toman el banderín del tiro de esquina como si fuera una lanza persiguiendo a los jugadores argentinos. Los efectivos policiales tuvieron que intervenir para separar a los futbolistas de ambos equipos y calmar la situación.
El partido se jugó en dos tiempos de 40 minutos, con tres ventanas para realizar cambios ilimitados, lo que permitió a ambos equipos trabajar en distintas variantes tácticas. Esa fue la intención del entrenador de los chicos argentinos, Diego Placente.
Este amistoso se dio en el marco de la preparación de ambas selecciones para el torneo Sudamericano que se disputará en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, a partir del 4 de octubre. El mismo había sido postergado el año pasado, por lo que contará esta vez con jugadores nacidos a partir del 1° de enero de 2008, es decir que la mayoría ya habrá cumplido los 16 años.
El lamentable episodio hizo recordar a otro violento hecho en el que incurrieron juveniles argentinos en el Mundial Sub-20 de 1991, cuando, dirigidos por Mostaza Merlo, quedaron eliminados en fase de grupos y protagonizaron un escándalo en un partido ante Portugal, con tres expulsados y una sanción de dos años que le impuso la FIFA al la Selección Argentina, que no pudo participar ni en el Sudamericano ni en el Mundial de la categoría siguientes.