Despegar, la empresa que nació por el deseo de un enamorado de visitar más seguido a su novia

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En la lejana Carolina del Norte, Estados Unidos, mientras estudiaba Roberto Souviron extrañaba a su novia argentina y necesitaba viajar seguido. En tren de comprar los pasajes descubrió que había empresas de viajes por internet. Corría 1997. “La universidad tenía una agencia de viajes y cuando llegaba la época de las vacaciones, estallaba, todo el mundo hacía cola. En 1997 yo era uno de los pocos que tenía banda ancha, me había suscripto a un plan especial y ya compraba los pasajes por la web”, contó en el libro Argentina Innovadora. Ese fue el germen de Despegar.

Licenciado en Administración por la Universidad de San Andrés, Roberto Souviron, a la sazón el fundador y CEO de despegar hasta 2017 hizo un master en Duke University, “porque sabía que en algún momento quería emprender algún proyecto propio y como plan B siempre dije: ‘si me va mal con mi proyecto, por lo menos consigo trabajo en alguna empresa’”.

Un master es una carta de presentación internacional. Pero había mucho más en su deseo de crear un proyecto propio. El padre de Roberto había trabajado siempre en Cepa, uno de los principales frigoríficos exportadores de la Argentina. “Una empresa familiar donde había un dueño y mi papá era la mano derecha de ese dueño”. Roberto quiso ser su propio dueño.

Durante años las oficinas de Despegar podrían confundirse con las de un estudio contable para pequeños comerciantes. Ubicadas en avenida Corrientes a metros del Obelisco, todo indicaba austeridad, desde el café en vasos de plástico delgado hasta los escritorios gastados. “Cuidamos los costos al máximo”, justificaba Roberto Souviron, delgado, muy menudo y que a los 44 años de edad sería desplazado de la conducción de la empresa que él mismo creó, aunque continuó como accionista.

Damián Scokin, ex CEO de Despegar.

Tras regresar de EE.UU. encontró trabajo en Telecom, en coincidencia con Susana Malcorra, que luego sería canciller del presidente Macri. Ya era 1999 y las puntocom estaban en plena efervescencia. “Con un par de amigos decíamos: ‘esto es la Revolución Industrial, hay que hacer algo’. Y empezamos a hacer listas de qué se podía vender: autos, bicicletas, y una idea era vender viajes. Tenía 27 años. Nos inclinamos por los viajes, tiramos mil nombres y se me ocurrió Despegar. No estaba registrado”.

Después vino el animarse y el armado del equipo con los compañeros de la universidad, en un escenario muy competitivo. Pronto se unió su compañero de posgrado, Martín Rastellino, y luego Ernesto Cadeiras, que se fue a los pocos años. Después se sumaron dos ex compañeros de Souviron en la Universidad de San Andrés, Christian Vilate y Federico Fuchs. Por último, Alejandro Tamer, un ingeniero industrial que había trabajado con Roberto en el área de Consultoría de Negocios de Price Waterhouse Coopers.

El modelo inicial de Despegar se inspiró en otros ya existentes como Expedia y Travelcity. Primero con un fuerte foco en la venta de pasajes aéreos, para abarcar enseguida hoteles y paquetes de viaje. Buenos Aires Capital los ayudó a buscar el primer millón de dólares. Souviron cuenta que usaron la plata con prudencia, y el talento al máximo. Hicieron tres rondas de búsqueda de capital de 10 millones de dólares cada una. Ingresaron fondos de inversión como el texano Hicks Muse, luego el banco de inversión Merril Lynch, y hasta el grupo francés Accor. También entraron Yahoo!, el grupo portugués Sonae y el estadounidense Texas Pacific.

El camino estuvo plagado de obstáculos. Cuando Despegar empezaba a carretear en 1999, estalló la burbuja de internet y el desplome de las cotizaciones bursátiles. Luego, el atentado a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, que fue otro golpe a la industria del turismo. Y la pandemia les asestó el golpe mayor.

Despegar en Unicenter

“¿Qué hacemos, cerramos, seguimos, vamos para adelante?”, era una pregunta habitual. Siguieron. En 2003 absorbió otras compañías y e lema era que todas las ganancias debían ser reinvertidas. En 2012, la estadounidense Expedia, la agencia de viajes on line número uno del mundo, compró el 20% de Despegar en 270 millones de dólares. Se quedó con una parte de Tiger y otra de los demás socios (Yahoo!, Merrill y Hicks Muse). En 2017, los socios fundadores sólo retenían el 15%, el 20% estaba en poder de Expedia y el resto seguía en manos de Tiger Global, que a su vez fue achicando la participación a Yahoo!, Merrill y Hicks.

En 2017, Brasil era el 40% del negocio de Despegar. Y el resto se repartía entre la Argentina (25%), México (15%), y Chile, Colombia y Venezuela en porcentajes menores.

El ingreso de Despegar proviene de comisiones, que en el caso de los vuelos rondan entre el 10 y el 12 por ciento y que, en el de los hoteles, llegan a duplicarse. Lo completan con publicidad a partir del tráfico en el sitio y la línea de viajes corporativos.

Al dejar su cargo de CEO, Souviron fue reemplazado por Damián Scokin, un ex ejecutivo de la consultora McKinsey que tuvo a su cargo el lanzamiento de la fusión de las líneas aéreas Lan y Tam en la Argentina.

Lo de esta mañana llega como una vuelta de página en la historia de los unicornios argentinos con una compra a manos de un grupo global Prosus que pagó el récord de US$ 1.700 millones.

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