Un spa distinto: el ritual de calor, vapor y hielo que resetea cuerpo y mente

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Una experiencia en un spa ruso (banya) puede ser intensa, purificadora y profundamente diferente a un spa occidental que es lo que más conocemos en el país.

La banya es mucho más que un baño de vapor: es una terapia integral que involucra cuerpo, mente y espíritu. Y aunque es intensa, tiene siglos de respaldo cultural en Rusia y Europa del Este.

Durante la experiencia explicaron que el banya nació en Rusia y sus orígenes se remontan a más de 1000 años atrás, probablemente en la época medieval o incluso antes, y se usaba para temas de higiene y salud en general, así como para sociabilizar entre las comunidades.

Hoy, de a poco, este spa rompe con las fronteras geográficas: abrió el primer spa ruso en el centro porteño. Era un frío domingo invernal, la dirección coincidía con una casona antigua, detrás de una puerta ubicada en Moreno al 300, a pocas cuadras del límite con San Telmo. Comenzaba un viaje a otra cultura.

El aire olía a madera caliente, eucalipto y un leve toque de humoGentileza: Denise Berger

Entrar en la banya fue como cruzar a otro mundo. Al principio no sabía si estaba en un ritual ancestral o en una prueba de resistencia. Tras pasar el vestuario, en el salón principal, el aire olía a madera caliente, eucalipto y un leve toque de humo. Allí, aparte de lugares para relajarse, hay una pileta de agua fría y las puertas a los diferentes espacios del lugar, que se descubren con el correr de las horas.

En una de las puertas, el sauna ofrecía un calor seco pero denso. Allí, en segundos, una ola de calor me golpeó como si me abrazara con fuego. Costaba respirar. Me acosté en la plataforma de madera y cerré los ojos. Sentí cómo el sudor empezaba a brotar de cada poro. Los domingos son días de mujeres, por lo cual solo hay mujeres en el espacio, tanto clientes como todas las que atienden.

Fue entonces que una mujer rusa en traje de baño se acercó con un manojo de ramas (venik) de laurel y empezó a dar leves golpes en mi cuerpo. No era un masaje, era un ritual, donde me azotó suavemente con las ramas húmedas, en un ritmo constante y envolvente. Primero en la espalda, luego las piernas, los brazos y así todo el cuerpo. El aroma a hojas y savia se mezclaba con el vapor. Era casi hipnótico. Después de un rato, sentí que mi cuerpo se fundía con la madera. El calor era brutal, pero soportable. Y extrañamente, liberador.

Luego vino lo inesperado y a lo que me resistía, salir y dar un salto al agua helada (10 grados) de la pileta del hall central. Contra lo pensado, me generó una sensación de placer y casi ni sentí el frío, pese al contraste de la temperatura. Mi piel estaba cada vez más colorada de lo que se activaba la circulación de todo el cuerpo.

Después llegó otra experiencia que no había probado nunca: el masaje con espuma con productos 100% naturales con Luffa (una esponja vegetal natural que limpia la piel con suavidad, pero a fondo, exfolia delicadamente) y jabón artesanal. Es ideal porque no irrita ni siquiera la piel sensible, pero deja una limpieza profunda y placentera. Dejar que una persona te “bañe” es toda una experiencia.

Marina, que vive en la Argentina desde hace cuatro años y trabaja en el lugar, me indicó que luego tomara agua para hidratarme y volviera a una de las salas de sauna. Esta vez ingresé a una distinta. Volví al calor y repetimos el ciclo. Calor. Golpes de venik. Frío. Silencio. Casi dos horas pasaron sin darme cuenta antes de comenzar una sesión de masajes diferentes.

Es una experiencia profundamente física, casi espiritualGentileza

¿Cómo se siente? Es una experiencia profundamente física, casi espiritual. No es un lujo delicado como en un spa moderno, pero tras la vivencia uno se siente liviano, despejado, como si te hubieran reseteado el cuerpo y la mente.

Más tarde, me explicaron que la banya rusa no solo es una experiencia cultural intensa, también tiene beneficios concretos para la salud. Por ejemplo, mejora la circulación sanguínea dado que el calor extremo dilata los vasos sanguíneos, lo que aumenta el flujo de sangre y oxígeno en el cuerpo. Esto ayuda a nutrir músculos y tejidos, eliminar toxinas y mejorar la presión arterial.

También funciona como una desintoxicación natural. Transpirás muchísimo en la banya, y con eso el cuerpo libera toxinas acumuladas y estimula el sistema linfático.

Con un abanico de posibilidades y tratamientos como el baño de heno y masajes contrastantes con naranjas, opté luego por ir al hammam, que en muchos países del norte de África, Medio Oriente y partes de Asia, no es solo higiene: es ritual, comunidad y tradición. ¿Qué es? Un tipo de baño de vapor tradicional originado en las culturas árabe e islámica, que combina limpieza corporal, relajación y ritual social. Allí estuve unos 15 minutos en un ambiente que te transporta a otras latitudes, dado que su decoración con paredes de mármol y con azulejos busca relajar los sentidos, evocar espiritualidad y crear una atmósfera casi atemporal.

Durante la vivencia pude interiorizarme en más tratamientos típicos de esta cultura que desconocía, así como sus múltiples beneficios para la salud, pero sin dudas fue una experiencia diferente que me permitió una relajación profunda, lista para empezar una nueva semana laboral.

El hammam es un tipo de baño de vapor tradicional originado en las culturas árabe e islámicaGentileza

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