Para Manuel Moretti, el líder de Estelares, el nuevo disco de la banda respira. A punto de cumplir 60, lleva la mitad de su vida al frente del grupo que lo ayudó a hacer catarsis mientras se hundía en el consumo de drogas pesadas, cuando encontró la paz formando una familia o al parir la pandemia.
Los Lobos habla de la manada que para el cantautor de Junín representa el grupo que fundó junto a Víctor «Torio» Bertamoni y Pali Silvera a finales de los años ’90. «Nos acompañamos en un trabajo grupal después de tantos años. Pudimos haber terminado en un caos pirotécnico, y sin embargo desarrollamos un salvajismo constructivo», dice Manuel Moretti, autor de hits de cancha como Ella dijo o rompecabezas literarios como El corazón sobre todo.
De la heroína al gimnasio
A Moretti lo asombra que canciones fermentadas en la angustia por el consumo problemático de drogas, en los años 90, inspiren luz a los fanáticos de Estelares. En el segundo semestre de 2025 tienen por delante casi 30 shows a lo largo y ancho del país.
«Después de hacer 8 conciertos en 15 días en Europa me quedé duro. Tenía una semana para descansar, jugar al fútbol, disfrutar en casa y me estalló la cintura», se ríe. Entre el joven bohemio estudiante de Bellas Artes que padeció la heroína al padre de dos hijas de 10 y 19 que va dos veces por semana al gimnasio hubo muchos Morettis, distintos tipos de frontman.
El que presenta el disco 12 (incluyendo los dos en vivo) del grupo es bailarín y movedizo. Así lo muestra Emperifollada, el corte colorido que protagonizan Marina Bellati, Julieta Pink y María Lauga y evoca a Palito Ortega con lírica dylanesca: «Encantada, engalanada, emperifollada, espabilada, perfumada, iluminada, emancipada» y otras rimas invitan a «mover el culito» como aquellas de Un día perfecto, otro penal fuerte y al medio.
Pero también hay un remake de Como cría de leopardo, que en 1998 sonaba desgarrador en el disco Amantes suicidas, o Escabio, que habla de la figura de sus padres. El código secreto de este Moretti que se consagró en 2006 con el hit Aire es, paradójicamente, ese ejercicio de respirar que traduce en el estribillo del noveno tema: «Cuando el dolor se va / zumba el viento y podés respirar».
«En todas esas etapas oscuras, esas cruces que cargo cuando no puedo dormir o me siento aterrado, presionado como me pasó en la cuarentena o la época de los estupefacientes pesados, las canciones son catarsis», explica. «Me di cuenta hace poco lo que me dolió Un mar de soles rojos«, repite sobre el disco pandémico que precedió a Los Lobos.
No a la Inteligencia Artificial
Futbolero viejo y enardecido twittero cuando analiza a Sarmiento de Junín, dice que juega más tranquilo, parado de 5 y disfrutando, como en el escenario o el estudio. Gambetea las trincheras culturales y no acata la obligatoriedad de opinar de Guillermo Francella.
«No entiendo la dinámica nacional. Está peligrosa la palabra, pero a veces pienso que hay como una guerra civil irresuelta. Como una disputa casi adolescente, infantil. Si el arte o la cultura fuera un supermercado, pienso que en el changuito hay espacio para que entre todo: lo popular y lo sofisticado», reflexiona Moretti.
Se acostumbró a las nuevas varas de éxito en la industria musical: entrar a la Playlist de, digamos México, en vez de vender discos. Pero se resiste a la dinámica de likes como sistema de interacción humana.
«El capitalismo nos sacó el corazón y nos puso un celular en el pecho«, resume. «Hace poco me pasaron una versión hecha con IA de una canción de Estelares, con mucho cariño y respeto, pero me pareció un espanto. Caminar por la playa, darle un abrazo a alguien querido, mirarnos a los ojos o respirar una brisa fresca a la mañana no se puede replicar con este muñeco», dice señalando el teléfono.
La sensación en el pecho que generan las canciones, esas a las que Manuel les dio la vida y no se arrepiente, tampoco.
Estelares toca el 4 de septiembre en La Plata e inicia el 6 de septiembre una gira por México y Colombia.