Cartas de lectores: Vetos presidenciales, empatía fingida, legalidad

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Vetos presidenciales

El presidente de la Nación vetó los proyectos de ley aprobados por mayoría en el Congreso que disponen aumentos en jubilaciones, prórroga de la moratoria previsional y de la emergencia en discapacidad. También adelantó que vetará los proyectos, que ya cuentan con media sanción, que otorgan más recursos a las universidades públicas y a los hospitales pediátricos. En caso de que el veto presidencial sea rechazado por ambas cámaras del Congreso con la mayoría calificada de dos tercios de votos, el proyecto se convierte en ley (art. 83 C.N.). Sin perjuicio del ello, tratándose de mayores erogaciones respecto de las cuales el Congreso no ha previsto ninguna fuente de financiación, cabe preguntarse si el Poder Ejecutivo se encuentra obligado constitucionalmente a emitir moneda para atender tales gastos. La respuesta negativa la da la propia Constitución, que manda a los poderes públicos proveer lo conducente a la defensa del valor de la moneda. (art. 75 inc.19 C.N.). Abandonar el sano criterio de déficit cero de las cuentas públicas, de que no se puede gastar más de lo que se recauda, emitiendo papel moneda sin el correlativo crecimiento de la economía, creando un impuesto a los activos monetarios en violación del principio de reserva de ley, nos ha llevado a recurrentes crisis económicas que nos han impedido ser un país confiable. La aprobación de los proyectos vetados por el PE que establecen mayores erogaciones sin preocuparse por la fuente de los recursos no son más que efímeros triunfos de la oposición, que pretende desconocer que el verdadero logro perdurable solo puede alcanzarse en el irrestricto cumplimiento de la Constitución.

Rodolfo R. Spisso

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Empatía fingida

Hace un puñado de días, la caterva opositora al Gobierno, amontonada y resguardada en el Poder Legislativo, mostró las uñas y su falta de escrúpulos. Conscientes de la derrota electoral que se les avecina y temerosos de su destino, decidieron ejecutar un golpe directo al corazón del plan económico del Gobierno, emitiendo una serie de dictámenes que romperían el tan laborioso equilibrio fiscal alcanzado con gran esfuerzo por todos los argentinos. Aumentos en las jubilaciones y a quienes prestan servicios a personas con discapacidad constituyó el primer ataque. Nadie en su sano juicio puede desconocer la precariedad de estos sectores, y creo que el Ejecutivo no escapa de ello. Pero, como dijo nuestro Salieri criollo: “La única verdad es la realidad” y la realidad es que, más allá de lo justo de los reclamos, cumplir con los aumentos generaría un déficit fiscal que debería ser cubierto con emisión monetaria, lo que nos llevaría nuevamente a padecer una inflación empobrecedora. No conforme con esto, los diputados rechazaron los decretos firmados por el Presidente, mediante los cuales disminuían el gasto del Estado nacional y posibilitaba, en un futuro no muy lejano, bajar los impuestos. Y, como frutilla del postre, los gobernadores se unieron para exigir que se les coparticipara impuestos nacionales que no les eran compartidos hasta hoy. ¿Y qué tienen en común todos estas sanguijuelas? Que no saben hacer otra cosa que chupar la sangre de los argentinos, más aún cuando ven peligrar su futuro. Si el plan del Presidente resulta exitoso, seguramente ellos no volverían nunca más al poder. Y no te dejes engañar, no les interesa que millones de compatriotas caigan bajo la línea de pobreza y pasen hambre. Estos son, para ellos, tan solo “daños colaterales” en su batalla por conservar sus privilegios y su poder. Por supuesto que Milei comete errores (y algunos groseros). Tampoco comparto sus modos, pero, en lo personal, prefiero juzgar el conjunto de sus actos, sus logros y la dirección en la que está encaminando nuestro país, y debo decir que creo que es la correcta.

No olvidemos cómo estábamos hace poco más de un año, no solo en lo económico, sino también en seguridad y en alineamiento internacional. Actualmente no estamos bien, pero estamos mucho mejor y en la senda que recorren los países serios y respetados.

No debemos firmarle un cheque en blanco al Presidente. Debemos marcarle los errores que consideramos que comete y procurar que los corrija, tal como lo haríamos con cualquier amigo o familiar al que queremos, no porque queramos a Milei, sino porque todos formamos parte de esta familia que amamos y a la que llamamos Argentina.

Rogelio López Guillemain

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Legalidad

El editorial del 9 de agosto constituye una advertencia contundente e imprescindible a todos los argentinos sobre los riesgos de apartarse de los principios esenciales del Estado de Derecho, aun cuando se invoquen fines loables. Su énfasis en la legalidad como condición indispensable para la justicia y la reconciliación nacional resalta una verdad fundamental: sin normas claras, iguales para todos y aplicadas con independencia de presiones políticas o ideológicas no hay seguridad jurídica ni democracia duradera. La utilización selectiva y retroactiva del derecho penal es una característica propia del autoritarismo ideológico. De allí surge la necesidad de un Poder Judicial independiente, que actúe como límite efectivo frente a los abusos del poder y garantice que la búsqueda de justicia no derive en un ejercicio de revancha.

El editorial nos recuerda que un país que somete sus juicios a la ley fortalece su futuro; uno que los somete a la venganza queda irremediablemente prisionero de su pasado. Felicito a la nacion por mantener ese principio en nuestra memoria colectiva.

Juan Javier Negri

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AFA

No pretendamos tener campeonatos de fútbol bien organizados, árbitros confiables y reglas claras mientras la AFA esté al mando del Chiqui Tapia y su gente. Ya han demostrado en los últimos años lo que son como dirigentes: anulan descensos, modifican fechas y ni hablemos de las ayudas que recibe Barracas Central (referís/VAR), cuyo presidente/dueño es el titular de la AFA. Muchos periodistas deportivos se llenan la boca hablando del fútbol del campeón del mundo, pero se juegan menos de 50 minutos netos de partido. Los jugadores hablan y lloran con los árbitros, estos cobran cualquier cosa y viven amenazando… todo es una vergüenza.

Hasta que no se vaya Tapia en la AFA nada va a cambiar.

Horacio Mieres

DNI 8.608.530

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