La economía argentina está marcada por una relación histórica con el dólar estadounidense, que trascendió las fronteras de lo financiero para convertirse en un elemento cultural. En este contexto, el bimonetarismo, entendido como la coexistencia formal de dos monedas de curso legal —el peso argentino y el dólar estadounidense, plantea una transformación profunda en el sistema de pagos, el comportamiento del consumidor y la forma en que se exhiben los precios de productos y servicios.
iProfesional exploró los impactos tecnológicos, las oportunidades económicas y los desafíos regulatorios que acompañan este fenómeno, a partir de entrevistas con dos altos ejecutivos de empresas tecnológicas: Rubén Ferraro, ingeniero gerente senior de Redbee, y Gonzalo López Suriano, director ejecutivo de finanzas y emprendimientos de Ingenia.
El impacto del bimonetarismo en el ecosistema de pagos
Ferraro destacó que el bimonetarismo genera un impacto significativo en el sistema de pagos argentino, obligando a modificar la infraestructura tecnológica que tradicionalmente operaba bajo la lógica de una única moneda.
«Desde un punto de vista técnico, ha requerido modificaciones en todos los actores clave del sistema: comercios, bancos, marcas, adquirentes, emisores, gateways de pago y agrupadores«, explicó Ferraro.
Uno de los mayores desafíos técnicos es garantizar que las transacciones en dólares dentro del país sean reconocidas como operaciones nacionales y no internacionales. Esto implica adaptar los sistemas para diferenciar compras locales en dólares de aquellas realizadas en el exterior.
Además, se tuvieron que realizar cambios sustanciales en bases de datos, reglas de liquidación y conciliaciones para procesar pagos en ambas monedas sin afectar la estabilidad del sistema.
Exhibición de precios en moneda extranjera: una práctica creciente
La exhibición de precios en dólares es una tendencia cada vez más común en sectores como bienes raíces, automóviles y tecnología. Esta práctica refleja la dolarización informal que permea ciertos mercados argentinos desde hace décadas. Según López Suriano, «el argentino tiene el dólar en la cabeza desde hace mucho tiempo; hay mercados que directamente están dolarizados de hecho desde que tengo memoria».
Sin embargo, esta práctica plantea interrogantes sobre su regulación y sobre cómo afecta al consumidor promedio. La transparencia en la conversión entre monedas y la posibilidad de elegir con cuál transaccionar son aspectos clave para evitar confusiones y fomentar una adopción más amplia del esquema bimonetario.
Desafíos tecnológicos para implementar el bimonetarismo
La implementación del bimonetarismo no solo afecta a los consumidores y comercios; también exige adaptaciones significativas por parte de las plataformas tecnológicas. Ferraro detalló varios requisitos tecnológicos indispensables para que esta modalidad funcione eficazmente:
- Bases de datos: Las estructuras deben permitir almacenar transacciones en pesos y dólares sin comprometer la integridad ni la performance.
- Interoperabilidad: Los sistemas deben garantizar que las transacciones sean reconocidas correctamente por redes internacionales como Visa o Mastercard.
- Actualización de dispositivos POS: Los terminales deben permitir al usuario seleccionar la moneda al momento del pago.
- Seguridad: El manejo de dólares incrementa el riesgo de fraude, lo cual exige autenticación reforzada y monitoreo en tiempo real.
Oportunidades económicas del bimonetarismo
Desde una perspectiva estratégica, López Suriano consideró que el bimonetarismo puede ser un catalizador para modernizar y ampliar la oferta financiera. «Otorga libertad a las personas y empresas para transaccionar en la moneda que elijan; eso ya es una buena noticia», afirmó. Entre las oportunidades más destacadas se encuentran:
- La creación de billeteras virtuales con CVU en dólares.
- Fondos de inversión denominados en moneda extranjera.
- Servicios multi-divisa con conversión automática.
- Mecanismos innovadores para ahorro automático.
Estas funcionalidades podrían transformar radicalmente el acceso a productos financieros tanto para individuos como para empresas.
Ruben Ferraro
Regulación: el gran obstáculo
A pesar del potencial transformador del bimonetarismo, su adopción enfrenta barreras regulatorias significativas. López Suriano advirtió sobre las trabas impuestas por el cepo cambiario y la falta de adecuaciones impositivas.
«Hoy los desafíos regulatorios son innumerables; faltarán normas contables para la conversión de monedas o para que las empresas puedan llevar directamente su contabilidad en dólares», señaló.
Además, tanto consumidores como comercios necesitan educación sobre cómo operar bajo este nuevo esquema. La falta de claridad regulatoria podría limitar su implementación efectiva.
El rol crítico de la interoperabilidad
Un aspecto fundamental para garantizar el éxito del bimonetarismo es la interoperabilidad entre plataformas tecnológicas. Según López Suriano, «sin interoperabilidad vamos a un mercado segmentado con propuestas incompletas o con valor limitado«. Esto implica una colaboración estrecha entre bancos tradicionales, fintechs y proveedores tecnológicos para desarrollar soluciones integradas.
Cambios esperados en el comportamiento del consumidor
El impacto cultural del dólar es innegable entre los argentinos. López Suriano anticipó que otorgar libertades para operar con ambas monedas podría cambiar ciertos hábitos financieros. Sin embargo, advirtió que sin herramientas adecuadas —como pagos electrónicos seguros— seguirán predominando prácticas como transacciones grandes realizadas en efectivo.
Un cambio disruptivo
El bimonetarismo formal representa un cambio disruptivo para la Argentina. Desde desafíos técnicos hasta oportunidades económicas y barreras regulatorias, su implementación requiere un esfuerzo coordinado entre actores públicos y privados.
Gonzalo López Suriano
Como señaló Ferraro: «El desafío radica en garantizar una transición fluida sin afectar la estabilidad y seguridad del ecosistema». Si se supera el corset regulatorio actual, esta modalidad podría marcar un antes y un después en cómo los argentinos interactúan con su dinero.