Maligno Torres y el escaso apoyo del Gobierno: «En la cara les dije que estaba desilusionado»

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El ciclista José Augusto Torres Gil, campeón olímpico en París 2024 en la disciplina de BMX Freestyle y actual líder del ranking mundial, admitió que «no se siente el mejor» del planeta; afirmó que «quiere ser campeón» ecuménico 2025 en Arabia Saudita, y confirmó que disputará los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028.

«Jamás pensé en llegar al primer puesto del ranking mundial de nuestro deporte, sabiendo contra quienes estoy compitiendo. Son cosas que todavía no las puedo sentir ni creer. Me encantaría decir ‘soy el mejor del puto mundo’ pero aún no me sale. Yo no siento ser el mejor del mundo», expresó en una extensa y exclusiva entrevista con Página/12.

«Me gustaría lograr un primer puesto en un campeonato mundial. Este año habrá uno, a mitad de año, en Arabia Saudita, y quiero ver si puedo lograr ser campeón del mundo», puntualizó.

El «Maligno», de 29 años, nacido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y que vive en la capital de Córdoba desde los 11 años, obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024 con 94.82 puntos, y fue escoltado por el británico Kieran Reilly (93.91) y el francés Anthony JeanJean (93.76).

El otro gran impacto que logró el año pasado fue cuando se consagró subcampeón mundial en Abu Dhabi, Emiratos Arabes Unidos, en diciembre, detrás del australiano Logan Martin, campeón olímpico en Tokio 2020.

En los primeros días de este año, la Unión Internacional de Ciclismo (UCI) dio a conocer el ranking mundial de la modalidad BMX Freestyle, y Tores Gil quedó como líder con 5770 puntos, seguido por el francés Anthony JeanJean (5450) -bronce en París- y el japonés Rimu Nakamuro (4920).

-En 2024 ganaste la medalla de oro en los Juegos Olímpicos y te consagraste subcampeón mundial en Emiratos Arabes Unidos. ¿Pensabas lograr eso?

-No, para nada. Ni cerca de todos esos logros cosechados. Lo de París, claramente no; y lo que es el Mundial, tampoco. Sabía que era algo muy difícil, que podía estar en finales porque tengo todas las herramientas para hacerlo, pero meterme en un podio es algo muy complicado. Estamos hablando de un deporte que es netamente subjetivo, no es quien llega primero ni quien lo hace más rápido. Es netamente apreciación, y eso hace que se te complique muchísimo meterte en un primer puesto.

-¿Qué te genera liderar el ranking mundial?

-Francamente, jamás pensé en llegar al primer puesto del ranking mundial de nuestro deporte, sabiendo contra quienes estoy compitiendo. Son cosas que todavía no las puedo sentir ni creer. Me encantaría decir «soy el mejor del puto mundo» pero aún no me sale. Yo no siento ser el mejor del mundo.

En plena acción durante los Juegos Olímpicos. Imagen:AFP

-¿Por qué?

-Siento que ellos aún son mejores que yo.

-¿Qué retos te trazaste para este año?

-Lo que me faltaba luego de un Juego Olímpico era tratar de meterme en un podio de un Mundial. Y salir segundo, después de haberme lesionado en la segunda ronda, fue muy bueno. Sé que logré lo que quería a nivel deportivo. Ahora que sucedió me gustaría lograr un primer puesto, en un campeonato del mundo. Este año habrá uno, en Arabia Saudita, y me gustaría ver si puedo lograr ser campeón del mundo. Otro reto para el 2025 es tratar de mantener una línea, y demostrar que estoy entre los mejores del planeta. Por más que, tal vez, lo haya demostrado con los resultados, quiero volver a demostrarlo. Es muy difícil mantenerse y quiero intentarlo.

-Detrás de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, hay una historia poco conocida. ¿Querés contarla?

-Llegué a París lesionado, porque dos semanas antes fui a competir a un evento privado en Estados Unidos y me fisuré un dedo de la mano derecha. Obviamente, tuve que quedarme callado porque era medio idiota la decisión de ir a los Juegos. Nos fuimos a Costa Rica a entrenar una semana, y ahí se me despertó un tema de asma. Y llegamos a París mal. Por un lado, muy tristes y frustrados por la situación, y sin decir absolutamente nada. Conversé con los médicos, les dije que no podía respirar, si había alguna posibilidad de conseguir el «Paf» o algo por el estilo para que pudiera mejorarme, para poder montar mi bicicleta. Pero cero expectativa. Lo único que estábamos buscando era entrar a la final y nada más. El dolor, con desinflamante y hielo, siguió bajando. El primer día se canceló por lluvia, al otro día, lo mismo. Y eso me daba un día más para recuperarme. Y con el tema del asma sí o sí me dieron un «Paf» y un par de pastillas, y eso fue lo que me ayudó a respirar un poco. Porque sino, te voy a ser claro, la ronda duraba un minuto y como estaba la situación duraba siete u ocho segundos. Estaba muy cerrado.

-O sea que la medalla te tomó de sorpresa.

-No tienen idea de la sorpresa que nos tomó. La gente no se puede dar idea de lo que sucedió. Estábamos por cumplir clasificaciones y los nervios eran increíblemente altos, al punto que ni podía estar medio parado, porque se me querían doblar las piernas, cosa que jamás me había sucedido en otra competencia. Fui a competencias realmente importantes y no es que lo sepa manejar, pero trato de ver cómo bajar un poquito la situación. En la clasificación de los Juegos no entendía nada, estaba diciendo «larguen rápido por favor que me quiero ir a matar rápido, y ya quiero que termine». Sabíamos que en Argentina se estaban viendo los juegos, estaban los patrocinadores, los políticos. Por lo menos quería entrar en finales, y una vez que lo logré, pude relajar y realmente estar contento. Ya pude disfrutar de la Villa Olímpica y demás. Cuando entré a finales pensé «por lo menos intentemos lograr un diploma olímpico», pero una medalla de bronce, jamás. Eso es más por un tema mío. No soy una persona que confía en sí mismo. Algo que me cuesta es confiar en mí. Que haya ganado la medalla de oro es algo que hasta el día de hoy todavía no lo puedo comprender. Yo, a veces me olvido, pero literalmente, que con mi equipo logramos una medalla, porque me sigo moviendo de manera muy normal y común. Me olvido que conseguimos lo máximo para un atleta olímpico.

-¿Cambió tu vida después de París 2024 en términos de apoyo y sponsors?

-Dio un giro importante. Patrocinadores nuevos que se te acercan; mejorar tus ingresos con los actuales. Obviamente, surgen proyectos a corto y largo plazo. También nuevos compromisos. En ese sentido cambió muchísimo. Y después, con la gente, muchos ya conocen quien es «Maligno», el nombre lo saben muy bien pero no reconocen bien mi cara, tal vez porque compito con el casco puesto.

-¿A qué atribuís tu inseguridad en las competencias?

-Francamente, no lo sé. Es algo que me cuesta. Soy una persona que no va con expectativas a ningún lado. Por un lado, hay algo interno que confía y lo hace de todas maneras, pero mi realidad es que siento que todavía no estoy a la altura de los mejores del mundo. Cuando estoy compitiendo con ellos o en los entrenamientos, me siento bastante menor que ellos, y como que todavía me inhibo para poder entrenar con ellos.

-¿Cómo gestionás el miedo antes de las pruebas?

-Pienso: «Estoy acá y si estoy con ellos, que son los mejores del mundo, es porque soy bueno». Si no entreno ahora y me quedo observándolos, sé que no voy a dar lo que tengo que dar. O pienso «ellos tienen que estar más nerviosos, porque tienen absolutamente todas las comodidades, no piensan en otra cosa que andar en bicicleta y digo ya está: esto es lo que nos tocó y simplemente tengo que darle para adelante».

-¿Como ciclista cómo te definís?

-Como una persona que todavía no llega, todavía, a comprender su límite. Por eso mismo soy una persona bastante lesionada también. Soy de lo que buscan un poco más la altura. Trato de diferenciarme por ese lado. Todos los atletas, en cantidad de trucos, estamos más o menos similares, y trato de diferenciarme por la altura. En mi deporte me conocen como el tipo que anda alto, que vuela.

Los trucos de Torres Gil fueron muy bien calificados. Imagen: NA

-¿Los trucos los ensayás o te surgen espontáneamente?

-En la competencia no existe la improvisación. Ya tenés bien analizado cuál es tu vuelta, qué truco vas a hacer. Hay atletas que tienen plan A, B o C. En mi caso, tengo mi línea y ya sé en qué lugares puede haber dificultades o errores.

-¿Te sentís respetado por tus colegas del circuito?

-Esa era una de las cosas que más me interesaban o importaban: lograr el respeto de los otros, de los mejores del mundo, del anterior campeón olímpico. Quería que ellos compitan, que salga lo que tenía planeado y ganar bien. En los Juegos hicieron la ronda y terminaron, y cuando gané y se me acercó el australiano Martín Logan, que era el anterior campeón olímpico, y que haya venido de lejos a saludarme me relajó bastante, porque me dije «este culiado entendió que le gané bien, sabe muy bien que gané». Y después, cuando se me acercó el inglés, que es un poquito más asqueroso, a saludarme, más tranquilo me dejó porque sabía que él no era tan así. Y eso me dejó muy, muy conforme. Y en el Mundial, el único que podía bajar al australiano era yo, y observar cómo él miraba todo lo que yo hacía y respiraba de otra manera, era porque sabía que yo podía ganarle. Todo ese tipo de cosas me permitieron estar mucho más tranquilo, y un poquito más seguro. Otra cosa que me decía el coach, era que en los entrenamientos ahora me respetan cuando ando. Quizá antes, estaba montando y se lanzaba otro al mismo tiempo, y ahora cuando andaba todos se frenaban también. Eso me ayuda a sentir que ya tengo un respeto dentro de mi ambiente.

-En los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028 tendrás que defender el oro.

-Me hubiera encantado ganar la medalla de bronce, cosa que diga, quiero ir a los próximos Juegos a ganar el oro. Pero ahora que tocamos el cielo y la ganamos en Francia, me gustaría ver si puedo lograr otra de oro en Los Angeles. Allí quiero ir sí o sí. Llegar muy bien y no lesionado, y que sea más indiscutible la situación. Tengo que cuidarme un poco, porque soy una persona bastante lesionada.

-Ya que hablás de eso, leí que tenés varias piezas de titanio en el cuerpo.

-Sí, pero claramente exageran como si fuera un androide robot, pero sí tengo algunas plaquetas y tornillos.

-¿Cómo querés que te recuerden?

-Como una persona muy simple y sencilla, que no conocían y que sin tener absolutamente nada logró su sueño.

-¿Vivís del ciclismo?

-Sí, con los patrocinadores y la parte de la Selección. No me puedo quejar en absoluto.

-Hablando de los patrocinadores, ¿cuánta presión tenés de ellos?

-Yo siempre me la coloco a full. Tal vez no sea así, porque cuando uno trabaja un par de años con los patrocinadores empieza una confianza, una relación en la que ellos comprenden que uno puede lesionarse. El contrato dice que si te lesionas y si estás tantos meses fuera, se puede prescindir de ti. Creo que ya no es así. Igualmente, cuando me lesiono no digo absolutamente nada, no soy de eso que ni bien se lesionan lo cuentan. Lo último que hago es eso. No quiero que sepa nadie y, quizás, dos semanas antes del volver al ruedo publico que me había lesionado, y al mismo tiempo pasaron una o dos semanas y ya estoy volviendo a andar en bicicleta. Uno filma demasiado material, y la voy disimulando por ese lado, sin que nadie se de cuenta y listo.

-En París, después de ganar la medalla de oro, dijiste en una entrevista con Clarín que probaste con tres psicólogos deportivos y no te pudiste enganchar con ninguno. ¿Vas a intentarlo con un cuarto o es un tema que descartaste?

-No estaría mal volver a intentarlo. Es real que probé con tres y no funcioné. No es culpa de ellos sino mía, porque no pude abrirme, pero también mi cabeza juega en contra cuando trato de acercarme a ellos en ciertas cosas que me cuestan comprender. Lo que busco cuando me acerqué a los psicólogos deportivos es tratar de que me ayuden con la parte nerviosa a la hora de competir, que es lo que me cuesta. Porque me pongo tan nervioso, que no puedo estar tranquilo. Un día antes de una competencia no puedo dormir, empiezo a traspirar las manos todo el tiempo. Ellos que estudiaron mucho, de la parte práctica no sé si me entenderían, no hacen el deporte que hago. Seguramente lo voy a intentar de nuevo. Claramente sí.

-¿En qué momento de tu carrera estás y hasta cuándo pensás competir?

-Obviamente que el gran momento llegó, pero siento que estoy en un área más divertida, en la que me generé un poquito más de seguridad y que tengo más ganas de competir. Tengo 29 y hasta los 35 pienso seguir. 

-En octubre expresaste que estabas muy desilusionado con el Gobierno argentino, y sobre todo con el Secretario de Deporte, Daniel Scioli, por el escaso apoyo a los deportistas nacionales. ¿Cambió algo?

-No, yo me había bajoneado un poco en general. No sé si netamente con él. Creía que con el oro olímpico podía establecer un poco más. Como atleta uno sueña y da todo lo que puede para eso, sin que nadie te obligue, esperaba estar un poquito más recompensado y poder estar un poco más tranquilo. No sucedió como queríamos, pero igual fui muy claro y sincero con todos ellos. En la cara les dije que estaba un poquito desilusionado, realmente, no es lo que esperaba pero está todo muy bien, porque lo hago porque quiero. Pero quiero que sepan que no estoy de acuerdo.

-Messi, cuando ganaste el oro en París celebró tu logro con esta frase: «Felicitaciones, crack. ¡Disfrutá mucho ese oro!». ¿Qué te generó?

-Estaba cenando y me dijeron «¿viste lo que publicó Messi?». Y respondí: «¿Qué hizo ese culiado»?, cagándome de risa. Me mostraron y fue una locura. Me hizo sentir realmente valorado porque se tomó un segundo, un tiempo de su vida. Una persona que no debe tener tiempo para nada por quien es, para saber que existo y colocarme en la historia. Y me lo replanteé más todavía cuando vi que no repostó a más nadie, a ningún otro medallista. Entonces dije: «no sé qué carajo hicimos de bien, pero hoy en día debe saber que hay un chabón que anda en bicicleta». No puedo explicar lo que sentí en ese momento. Me encantaría conocerlo.

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