El descenso del riesgo país: un espejismo financiero sustentado en el ajuste y la deuda

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El reciente descenso del riesgo país en Argentina por debajo de los 600 puntos básicos, alcanzando su nivel más bajo desde 2018, ha sido presentado por el gobierno de Javier Milei como un logro significativo en el ámbito económico. Sin embargo, una mirada más detallada revela que este «veranito financiero» está sostenido sobre bases endebles, marcadas por el ajuste fiscal a costa de los trabajadores, el blanqueo de capitales que favoreció a los especuladores y una creciente dependencia del endeudamiento externo.

Ajuste fiscal y endeudamiento: la otra cara del descenso del riesgo país

El gobierno de Milei ha priorizado el ajuste fiscal como una política central para generar «confianza» en los mercados financieros. Este ajuste incluye recortes en áreas sociales clave, afectando a los sectores más vulnerables, como los jubilados y las familias trabajadoras. Al mismo tiempo, el Tesoro Nacional ha destinado recursos a garantizar el pago de intereses de la deuda externa, consolidando una estrategia que favorece a los bonistas y especuladores internacionales.

Un ejemplo claro de esta política es el acuerdo REPO firmado recientemente con bancos internacionales para inyectar 1.000 millones de dólares en las reservas del Banco Central. Este tipo de maniobras no solo refuerza la dependencia del país de los capitales extranjeros, sino que también genera un escenario de fragilidad económica, dado que refuerzan las dependencia del país a organismo como el FMI que imponen condiciones estrictas que limitan la soberanía económica.

Además, en enero, el gobierno realizará un pago de más de 4.000 millones de dólares a bonistas privados. Este desembolso, que valida una deuda de origen fraudulento, se inscribe en una lógica de priorizar los intereses del capital financiero por sobre las necesidades del pueblo.

Bases endebles del frente financiero

El aparente éxito reflejado en la baja del riesgo país y la estabilidad financiera tiene fundamentos que difícilmente puedan sostenerse en el mediano plazo. Uno de los pilares de esta estabilidad es el blanqueo de capitales realizado a mediados de 2024, que permitió el ingreso de fondos no declarados al sistema bancario. Sin embargo, no volverán a ingresar divisas por esta vía en 2025 y una parte de esos dólares ya están siendo retirados de los bancos.

Por otro lado, las reservas netas del Banco Central continúan en terreno negativo, con proyecciones que indican un déficit mayor a los 10.000 millones de dólares para finales de enero. Esta situación limita la capacidad del país para afrontar sus compromisos externos sin recurrir a nuevas deudas.

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La estrategia del carry trade, que ha permitido a algunos inversores obtener grandes beneficios a partir del atraso cambiario, también tiene sus límites. Cambios en el escenario internacional, como un aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, podrían revertir esta tendencia, generando una salida masiva de capitales y presionando aún más al tipo de cambio.

La asunción de Trump en Estados Unidos, con políticas orientadas a fortalecer el dólar y aumentar los aranceles comerciales, está creando un contexto adverso para las economías dependientes. La caída de los precios de las materias primas y la devaluación de monedas en países clave para el comercio argentino, como Brasil y China, complican aún más la entrada de dólares al país durante 2025.

Terminar con la deuda odiosa

Frente a este panorama, el Frente de Izquierda mantiene una postura se opone a las políticas de ajuste fiscal y endeudamiento implementadas por el Gobierno. Desde esta perspectiva, el pago de la deuda externa, ilegal e ilegítima, es una de las principales causas de la crisis económica y social que atraviesa el país.

El Frente de Izquierda plantea la necesidad de romper con el FMI y desconocer soberanamente la deuda, como parte de una estrategia para reorganizar la economía en función de las necesidades de las mayorías trabajadoras. Esta propuesta incluye medidas como la nacionalización de la banca y el comercio exterior, para garantizar que los recursos del país estén al servicio del pueblo y no de los especuladores.

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El ajuste del gobierno de Milei y Caputo no es inevitable. La movilización popular y la organización de los trabajadores son herramientas clave para enfrentar estas políticas y construir una alternativa que priorice las necesidades del pueblo trabajador. Es hora de apostar por un camino que rompa con la lógica del endeudamiento y el ajuste, y que abra paso a una economía al servicio de las mayorías.

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